Tiene muchos vestidos, aparece en todos los órdenes de la vida, se repite una y otra vez y además, suele ser predecible y poco controlable. Los románticos lo comparan con los celos, ese sentimiento caprichoso en el que uno también tiene desdicha y el deseo de tener lo que el otro tiene. Me resisto a llamarlo por su nombre, pero os daré otra pista más, poniendo como ejemplo aquello a lo que dedico mi día a día y que tiene mucho que ver con el título de este capítulo, la máxima competición del motor, la Fórmula 1.

En ella hemos vivido cómo pilotos exigían muros para mantener sus secretos a salvo de su máximo rival, su compañero de equipo. Contratos exigiendo ser el número uno dentro de la escudería, o llevar el mejor material, forma parte ...

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